No existe un tema en el mundo tan repugnante para la mente humana como éste, sin embargo no existe ningún otro tema más importante. Jesús lloró cuando contempló la destrucción de Jerusalén. Dios mismo dijo: "No quiero la muerte del impío..." Ezequiel 33:11. No existe cristiano alguno que pueda complacerse en contemplar el destino final del impenitente. Sin embargo, es mi obligación, como ministro de la Palabra de Dios, del Evangelio de Jesucristo, proclamar TODO el evangelio. ¡El mensaje COMPLETO! Yo creo que sería un amigo falso a cualquier pecador si no le advirtiera, tal y como lo hace repetidas veces las Escrituras, del estado de peligro inminente en que se encuentra.
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